Seguro que cuando estás disfrutando de un buen vino, más de una vez, alzas tu copa,- a veces incluso pronunciando un efusivo “chinchin”– al tiempo que expresas un deseo. Y es que, brindar es un gesto con el que acompañamos una ocasión especial, nos deseamos buena salud, ensalzamos la amistad, o recordamos a nuestros seres queridos. En definitiva, el brindis es sinónimo de alegría, reencuentros y celebración de la vida.
Lo hacemos con blancos y tintos, con rosados, espumosos, o vinos de postre… Un acto social y simbólico con un significado positivo y emotivo, amén de una manera de sellar un compromiso o un acuerdo entre las personas que participan en él. Tradición popular prácticamente extendida en todo el mundo, sin embargo, no siempre ha tenido la connotación afectiva que hoy le conferimos. De hecho, algunas teorías sobre los brindis en Occidente se remontan a la convulsa época de la República Romana, donde los envenenamientos a los adversarios políticos eran el pan nuestro de cada día.
Acercándonos al origen del término
Hasta nuestros días ha llegado el conocimiento de que se entrechocaban las copas porque, de esta manera, un poco de líquido contenido en cada una de ellas pasaba a la copa del vecino, con el peligro que suponía para todos resultar intoxicados en caso de que la bebida contuviese algún ingrediente nocivo. También se dice que el anfitrión sería el que convocaba el brindis “tibi propino” (“te lo ofrezco”) y bebería primero para que no hubiera ninguna sospecha de sus intenciones y los invitados pudieran hacer lo propio tranquilos. (Aquí podría ir una foto de juego de tronos, quizás quede simpático si os parece…) También se utilizaba la expresión “Tenebrae facta sunt”, que venía a decir “Se hizo oscuridad” y que pronunciaban cuando se apagaban las luces durante la ceremonia del brindis. Con el tiempo, esta costumbre de alzar las copas y pronunciar unas palabras se extendió por toda Europa, convirtiéndose en una forma de mostrar respeto y amistad entre las personas.
En concreto, según apunta la historia, el término brindis se utilizó por primera vez cuando las tropas de Carlos V, emperador del Imperio Romano-germánico tomó Roma. Los jefes militares llenaron entonces sus copas, las alzaron y pronunciaron las palabras “bring dir´s”, que en alemán se traduce “yo te lo ofrezco”.
Sin embargo, parece que los historiadores no se ponen de acuerdo en precisar el origen exacto de esta antigua costumbre. Y es que, por ejemplo, en el mundo anglosajón, las especulaciones acercan la procedencia del término a la expresión “to toast”, que hacía referencia al pan tostado y especiado que se añadía al vino para hacerlo más palatable y como manera de absorber los sedimentos amargos o ácidos del vino. Además, en Inglaterra, los bebedores establecían competiciones de rimas ingeniosas y humorísticas y a las cuales las mujeres no estaban invitadas- podemos hacernos cargo de que las féminas no saldrían muy bien paradas en esos “poemas”, que serían tono finura y romanticismo…-
Algunos preceptos universales
Si bien no existe un acuerdo que, como decimos, nos sitúe en el origen inequívoco de la costumbre del brindis, sí es cierto que historiadores y antropólogos confirman que existen tres momentos clave comunes en todo alzamiento de copas: la comensalidad o sentarse a la mesa; la conjunción del grupo, cuando la atención se centra en una de las personas que lo forma, que se pone en pie o hace un comentario sobre el porqué de la reunión, y el levantamiento de la copa de los allí presentes. Y es que, desde hace milenios, elevábamos hacia al cielo las bebidas en las copas, reconocíamos y agradecíamos a los dioses lo que nos habían dado.
Brindis históricos
Existen muchos brindis famosos de la historia, algunos de los cuales han sido inmortalizados en la memoria colectiva de la humanidad. Por ejemplo, el archiconocido «¡Que me quiten lo bailao!» , una expresión popular en España que significa «que nadie me quite lo que ya he disfrutado» y que se atribuye al famoso torero Rafael «El Gallo», quien lo pronunció en el siglo XIX.
Benjamin Franklin, uno de los Padres Fundadores de Estados Unidos, hizo lo propio pronunciando un efusivo “¡Salud, amor y dinero, y tiempo para disfrutarlos!” y que en nuestra cultura occidetal tantas veces utilizamos para referirnos a los pilares del bienestar. En el terreno de las contiendas Lucio Cornelio, por su parte, en el siglo I a.C. espetó a los allí presentes un pacificador “¡A la salud de los enemigos que hemos perdido y a la amistad de los que hemos ganado!”.
Unas últimas curiosidades
Existen varias supersticiones relacionadas con el brindis, como la que se practicaba en la Antigua Grecia, donde se consideraba que, si no mirabas a los ojos de la persona con la que estabas brindando, tendrías varios años de mala suerte en el amor, ya que el contacto visual era una forma de sellar un pacto.
En la Edad Media los cruzados entrelazaban sus espaldas al brindar como una forma de mostrar su intención de luchar juntos en la batalla y nada de copas vacías ni llenas de agua, pues ambas se consideraban presagio de mal agüero por la creencia antigua de que, en el primer caso era símbolo de falta de prosperidad y abundancia, mientras que una copa de agua representaba la muerte, al considerarse este elemento el que transportaba a los espíritus al otro mundo.
¿Conocías estas curiosidades?
Brindar es una de las mejores cosas de la vida, así que, la próxima vez que alces tu copa, ya sabes unas cuantas cosas más de esta ancestral costumbre que tanto nos gusta practicar. ¡Salud!
– Raquel González Salvatierra