Cuando se trata de organizar una reunión, una cena entre amigos o cualquier celebración o encuentro social, la frase “Yo llevo el vino” resulta música para los oídos del anfitrión. Y es que, una bebida con la trastienda histórica del vino, lo convierte en elemento clave para disfrutar y poner el broche perfecto a la ocasión.
Compartir y disfrutar de una comida o reunión social es una de las costumbres mediterráneas de mayor arraigo en nuestra cultura. Detrás de este gesto, quien se ofrece a traer el vino está expresando hospitalidad, además de contribuir al encuentro y a compartir un momento agradable con los demás. Así que, seamos entendidos en la materia o no, este detalle será, a buen seguro, apreciado por los anfitriones.
Símbolo de celebración
El acto de encargarse de llevar el vino a una reunión o evento es mucho más que un gesto cortés. Si tenemos en cuenta que esta antiquísima bebida ha servido para celebrar y brindar desde tiempos inmemoriales, nos podemos hacer cargo de que, obsequiar con una botella transmite el claro mensaje de que la ocasión bien merece celebrarse y disfrutarse al máximo.
Ya sea una cena familiar, una fiesta con amigos o el anuncio de buenas noticias, el vino siempre añade un toque de elegancia a la reunión.
El arte de maridar
Que el vino no es sólo una bebida nos queda claro. Se trata de una forma de arte en sí misma: su complejidad aromática, gustativa, la diversidad de estilos y su capacidad de maridar con multitud de alimentos le dan un pase de oro para realzar sabores y enriquecer la experiencia gastronómica de quienes lo disfrutan. Además, su historia y cultura lo convierten también en una excelente conversación durante la velada.
Así que, entiendas o no de vino, la aventura de escoger y dejarse aconsejar hasta dar con la bebida perfecta para el momento y el tipo de platos a degustar, es en sí un tema para amenizar la velada y que a menudo sale a relucir…
Elegir el vino idóneo
No hace falta ser sommelier o dedicarse a la enología para conocer algunas pautas básicas y acertar con el vino. Y es que, aunque cada uno tiene unas sus particularidades, muchas veces, la elección es más bien cuestión de gustos y preferencias del personal, aunque está claro que un vino espumoso puede ser ideal para brindar y celebrar un logro, por ejemplo, un blanco fresco y ligero puede complementar mariscos y pescados, mientras que un vino estructurado puede casar a la perfección con una cena de carnes rojas.
El detalle perfecto
Un buen vino puede ser también un regalo personalizado con el quedemostrar un gesto de aprecio y consideración para quien te recibe en su casa. Ya sea un vino sofisticado, con una etiqueta de una región vitivinícola menos conocida, como si se trata de uno más vanguardista y arriesgado o si es un vino local, será un detalle que, de seguro, los anfitriones agradecerán.
En definitiva, la frase “Yo llevo el vino” invita a celebrar y a compartir y nos recuerda que la vida está llena de momentos que merecen ser brindados y celebrados. Además, si se escoge bien, será un recuerdo inolvidable que nos conecta con nuestra historia y nos recuerda la importancia de disfrutar al máximo de la vida en su máxima expresión.
¡Salud!